No digas que fue un sueño

  • El Guardés hizo historia en Donostia al convertirse en el primer equipo femenino del balonmano gallego en disputar una final de Copa
  • El subcampeonato, tras ganar a Granollers y Bera Bera y ceder en la final ante Málaga, es el techo copero del Mecalia
  • El espectacular desempeño de Prades y sus jugadoras encontró respuesta en el abrumador dominio de la afición en la grada de Illumbe

No digas que fue un sueño. Sucedió de verdad. Quizás con un final amargo y triste, pero con la convicción de que el Mecalia Atlético Guardés escribió una página de la historia del balonmano gallego el pasado fin de semana en Donostia. El equipo que dirige José Ignacio Prades cayó en su primera final del torneo del KO y se convirtió en el primer finalista femenino gallego de una Copa, el segundo en total tras el Academia Octavio en 1985.

La derrota ante el Costa del Sol Málaga (26-33) en el partido por el título fue dura. Siempre lo es perder una final. Pero el paso de los días pondrá a este equipo en el lugar histórico que se merece. A nivel de club y a nivel del balonmano en Galicia. Porque tras superar el viernes al Granollers (26-31) en un encuentro muy serio, con una única y leve desconexión al comienzo del segundo tiempo, el colectivo miñoto dio rienda suelta a su juego para firmar el mejor partido de la temporada en semifinales. Fue ante el anfitrión y gran favorito Bera Bera (20-24). Un desempeño que rozó la perfección, con Lima bordando el balonmano en ataque y en defensa, Arcos percutiendo una y otra vez, todo el bloque defensivo frenando el demoledor caudal donostiarra y Míriam Sempere, colosal, frenando en seco al futuro campeón de Liga y a las 3.000 personas que le empujaban desde la grada en cada ataque. Inolvidable.

Luego vino la final, el esperanzador 2-0 de salida. La respuesta costasoleña llegó en forma de parcial de 1-6. Y el Guardés respondió a su vez llevando el marcador a un 8-9 que hacía pensar en una final igualada. Pero la figura de Castellanos, inmensa bajo los palos, y la de Sole López, letal a la carrera, ayudaron a Málaga a poner tierra de por medio. Y ahí sí, surgió el cansancio derivado del gran esfuerzo del viernes y el extraordinario del sábado. Plantilla corta toda la temporada y la lesión de Sandra Santiago antes del torneo. Demasiados condicionantes. Así se fraguó la derrota, que dio pie a las lágrimas. Esta vez, al contrario que el viernes y el sábado, no eran de alegría. Porque duele perder. Y más una final. Pero el tiempo difuminará ese dolor. Lo que es imposible que borre es la historia que ha escrito este equipo en Donostia. Eso es para siempre.

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